Según Iaccub y Sabatini, a diferencia de otras generaciones y momentos históricos, la sociedad actual permite y valora los pequeños espacios compartidos diferenciados por edad, aficiones, hobbies o por cualquier rasgo que sea agrupador.
También creemos que ha habido un mayor reconocimiento social de los derechos fundamentales de grupos sociales, considerados minoritarios. Que favorecen la participación social de las personas mayores en grupos sociorecreativos y educativos.
Estas nuevas agrupaciones, llevan adelante una renovación de las representaciones sociales sobre la educación en la vejez. Las personas de edad toman los espacios públicos para iniciar nuevas prácticas educativas no formales y cada vez más de educación formal, sobre todo en las universidades.
Pero también, en estas nuevas agrupaciones, los amigos desarrollaban gran parte de los roles que tradicionalmente eran atribuidos a la familia, como la contención socio afectiva, emocional y el apoyo motivacional para originar y sostener nuevos proyectos educativos.
En estos grupos, se priorizan las relaciones entre las mismas generaciones, convirtiéndose en espacios propicios para el encuentro, la generación de nuevos vínculos de amistad, compañerismo, pareja y proyectos para esta etapa vital.
Diversas investigaciones han demostrado que desarrollar actividades sociales se asocia con mayores niveles de salud física, psicológica y social. Por ejemplo Carmona-Valdés y Riveiro-Ferreira (2010) a partir de una investigación realizada en la ciudad de Monterrey (México) observaron que las actividades sociales se encuentran asociadas con el bienestar personal en la vejez y describe los beneficios de la participación en actividades sociales por parte de las personas mayores, por ejemplo:
- Salud mental y física: las actividades sociales contribuyen a mejorar la salud física, del sistema inmune, la reacción cardiovascular, la capacidad cardiopulmonar. En lo psicológico al sentido de pertenencia, autoestima elevada, propósitos en la vida, y ayudan a promover condiciones y hábitos saludables lo cual eleva el bienestar de los individuos (Jang et al, 2004), contribuyendo al mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad (Luna, 1999).
- Funcionamiento cognitivo: La vida social activa, las relaciones sociales y el continuar con los intereses intelectuales benefician la capacidad funcional y la función cognitiva de los individuos (Gobierno de Cartagena, 2005). Los estudios realizados por Bassuk et al. (1999) indican que la cantidad y el tipo de relaciones sociales disminuyen el riesgo de demencia, observándose un aumento de este riesgo a medida que se acentúa el aislamiento social.
- Longevidad: Las actividades sociales y la participación social activa promueven el bienestar físico y personal del ser humano disminuyendo el riesgo de mortalidad en las personas mayores. Lehr (1998) señala que las personas mayores que tienen intercambios afectivos significativos no sólo disfrutan de bienestar personal, sino que demuestran mayores posibilidades de sobrevivencia. Por su parte, Lennartsonn y Silverstein (2001) encontraron que las personas que participan en trabajos de voluntarios, que tienen actividades de esparcimiento, religiosas y sociales, que disfrutan de pasatiempos y que tienen vínculos afectivos y sociales amplios reducen el riesgo de mortalidad.
- Aumento en la percepción de felicidad: Tortosa (2002) sostiene que las personas mayores, al igual que los adultos jóvenes, tienen las mismas necesidades psicológicas y sociales de mantenerse activos; sólo cuando el individuo realiza una actividad se siente feliz, satisfecho y adaptado. Bazo (1990) encontró que las personas con más vínculos afectivos, familiares y sociales tienen sentimientos más positivos y perciben su vida con mayor felicidad, produciéndose una relación positiva entre la actividad social que desarrollan y su felicidad.
- Aumento en el sentimiento de pertenencia: Herzog et al. (1998) sostienen que la participación en las actividades durante la vejez, se asocian con el sentimiento de pertenecer a un grupo determinado, y esto mejora la salud física y mental. La participación en actividades sociales, productivas y de tiempo libre, al igual que las relaciones sociales y familiares, mantienen y favorecen el bienestar personal en los adultos mayores. Por lo tanto, en el envejecimiento, la socialización de las personas mayores aporta beneficios importantes a su bienestar, al permitir la continuidad del individuo dentro de la sociedad.
- Aumento en la percepción de bienestar: Okun et al. (1984) afirman que las actividades sociales están positiva y significativamente asociadas con el bienestar personal, probablemente mediado por el efecto que tienen en la autoestima y en el autoconcepto. Las actividades productivas también respaldan la percepción de utilidad y competencia y los sentimientos de control (Vera y Sotelo, 2003).
Según Midlarsky (citado en Vittorio y Steca, 2005), las actividades sociales realzan el sentido y el significado del valor de la propia vida al incrementar la percepción de competencia y aptitud en actividades de la vida diaria, mejoran el ánimo y generan emociones positivas y distracción de sus propios problemas.
Por lo tanto, el bienestar personal del adulto mayor, entre otras cosas, es el resultado de mantener actividades sociales en esta etapa. Según Dulcey-Ruiz y Quintero (1996), el bienestar personal es el principal criterio a tener en cuenta para tener un envejecimiento exitoso y con calidad de vida.
Fuente: Iacub, R. Sabatini, B. (2012). Especialización en gerontología comunitaria e institucional. UNMP. Módulo 3 ; (Pag. 192,193)