¿Qué tiene de diferente enfrentarse con el estrés cuando somos mayores?. La Dra. Michelle Dossett, especialista en medicina interna e integrativa del Instituto Benson-Henry de Medicina de la Mente y el Cuerpo, dice que siendo mayores hay que tener en cuenta algunos aspectos importantes: “las células envejecen, la aptitud cardíaca y la capacidad pulmonar disminuyen y por lo tanto hay una menor respuesta positiva al estrés, sobre todo de haber sedentarismo”.
Que sea menor, eso nos impide adaptarnos adecuadamente y de forma natural al estrés del cuerpo. Otro aspecto a tener en cuenta es la existencia una enfermedad crónica previa, que es un esfuerzo para la reserva vital del cuerpo, puede ser un poco más difícil recuperarse físicamente de las consecuencias que supone la respuesta al estrés.
También puede haber una diferencia en la salud mental. “Normalmente, cuando estamos estresados, nuestro cerebro se inunda con las hormonas del estrés, el cerebro medio se hace cargo y la parte frontal del cerebro, que controla la concentración, la atención y la toma de decisiones, pueden generar una inadecuada o mala función.
Hay que tener en cuenta que las hormonas del estrés en el cerebro también pueden contribuir a problemas de memoria a corto plazo. Que no implica que este relacionados con la demencia o la pérdida de memoria relacionada con el envejecimiento.
El sueño reparador ayuda a eliminar las hormonas del estrés del cerebro. Sin embargo, muchos personas mayores tienen problemas para dormir. El estrés puede hacer que sea más difícil conciliar el sueño. La incapacidad de eliminar estas hormonas del estrés del cerebro durante el sueño significa que los efectos cognitivos del estrés pueden empeorar con el tiempo.
Cambios en los Desencadenantes
Los factores estresantes pueden reconocerse en un día de presión laboral o tener que cumplir con tareas en un límite de tiempos. Para las personas mayores “los factores estresantes que tienden a afectar son más específicos. La pérdida de un ser querido; disponibilidad de tiempo libre sin saber que hacer; un cambio en las relaciones con los hijos. Una situación de inseguridad, gastos económicos excesivos, o la pérdida de habilidades físicas, como la visión, la audición, el equilibrio o la movilidad ”.
Los síntomas del estrés pueden incluir dolores de cabeza por tensión, indigestión, palpitaciones del corazón, falta de concentración. Dificultades para dormir, ansiedad, irritabilidad, llanto o comer en exceso. Si alguno de estos síntomas no ha sido reconocido e interfiere en la calidad de vida, siempre se sugiere primero hablar con una persona de confianza y buscar ayuda.
¿Qué deberíamos hacer?
Si se siente estresado, se recomienda hablar sobre sus preocupaciones con sus seres queridos y hacerse un chequeo físico. “El estrés puede haber estado presente durante gran parte de la vida pasada y no haber sido reconocido como un problema. Puede haber generado un impacto físico que no se conoce”.
El tratamiento puede incluir abordar una afección subyacente, como la presión arterial alta, una disfunsión cardiológica y problemas en las funciones ejecutivas. También es importante llevar una dieta saludable y hacer mucho ejercicio. Así como nutrirse realizando actividades que brinden alegría, disfrute, concreción de los deseos y organizar espacios para socializar.
Una gran parte del manejo del estrés se centra en desencadenar lo opuesto a la respuesta al estrés. La respuesta de relajación, que ayuda a reducir la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, el consumo de oxígeno y disminuir las hormonas del estrés, pero también una conexión con el sentido de la propia existencia en el momento.
Las técnicas para obtener la respuesta incluyen actividades al aire libre de meditación, movimientos leves, caminatas, relajación con imágenes guiadas y ejercicios de respiración profunda.
“Un ejercicio de respiración consiste en inhalar lentamente, contando mentalmente 1–2–3–4, y luego exhalar lentamente, contando en silencio 4–3–2–1”. Otro tratamiento para el estrés es la terapia cognitivo-conductual, que le ayuda a identificar los pensamientos negativos y reemplazarlos por pensamientos positivos o saludables.
“Estas son grandes habilidades, pero a menudo no funcionan de inmediato. Por lo tanto, es posible que la supervisión medica pueda indicar que se necesite medicamentos. Para facilitar un puente para alcanzar metas de bienestar y confort más naturales”.
¿Qué le hace el estrés a tu cuerpo?
Cuando el cerebro detecta un peligro o la necesidad de luchar, hace sonar la alarma para la acción: le indica a los músculos que se contraigan y envía señales a las glándulas suprarrenales para que liberen hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol.
Esas hormonas nos hacen respirar más rápido, llevando más oxígeno a los músculos y desencadenan la liberación de azúcar y grasa en la sangre, dando a las células más energía. Para adaptarse a estas necesidades, el corazón late más rápido y la presión arterial aumenta.
Todos estos cambios físicos son parte de la respuesta al estrés, lo cual es útil si necesita saltar fuera del camino del peligro. Una vez que el cerebro detecta la seguridad, la función corporal vuelve a la normalidad.
Esta rutina no es dañina si ocurre de vez en cuando. Pero si somete su cuerpo a esos ritmos con frecuencia, o incluso constantemente, puede sufrir una cascada de efectos peligrosos y a veces duraderos. Como presión arterial alta, un sistema inmunológico debilitado, ansiedad, depresión, insomnio, acidez estomacal, indigestión y un aumento riesgo de enfermedad cardíaca.
Conclusiones
A menudo el afrontamiento de la situación de estrés, en tiempos de pandemia y riesgos sanitarios, se centra en la recomendación del ejercicio, las técnicas de respiración y medicamentos. Pero también, implica una lucida exploración de las situaciones y las relaciones de los espacios sociales. Que son fuentes de estrés, pero sobre todo son naturalizados, asumidas como algo propio de la vida. Cuando en realidad es una enfermedad que envenena la vida y se roba el disfrute, el gozo, y el deseo de bienestar.
Por lo tanto el afrontamiento implica poner en juego nuestra reserva vital, con todos los recursos posibles. Para buscar manejar y controlar el propio ritmo de vida y las relaciones adecuadas. Dejando las actividades que generan tensión y agitación. El afrontamiento del estrés es una invitación a encontrarnos con lo mejor de nosotros mismos. Despojarnos de la tensión del mundo, para poder centrarnos en el sentido de la existencia de la propia vida.