En la siguiente nota abordamos la necesidad de reflexionar sobre los argumentos que utilizamos para crear, sostener y tomar decisiones sobre las relaciones afectivas.
Reconociendo que las relaciones afectivas positivas son una fuente inagotable de bienestar en la vejez, pero en la vida social también se implementan algunos mecanismos por los cuales se enmascaran situaciones de violencia y abuso para conseguir intereses personales.
El engaño emocional y afectivo es un poderoso mecanismo de dominio en las relaciones sociales por su capacidad de ocultar la presión que se ejerce sobre las personas. Salir de una situación como esta no resulta tan fácil, el temor al abandono y la culpa son estrategias de manipulación y engaño que utilizan las personas para obtener sus objetivos de dominar.
Por lo cual, te proponemos reflexionar sobre los argumentos que se utilizan con este modo de relación negativo que es el «engaño afectivo», para aprender nuevas formas de relación que nos permitan vivir con bienestar y tomar mejores decisiones.
Comenzamos citando a Diana Cohen Agrest, una científica argentina, que plantea en su libro “Inteligencia Ética para la Vida Cotidiana” (2006) la necesidad de aprender a reflexionar sobre los argumentos que utilizamos para relacionarnos y tomar decisiones. Ella refiere que las decisiones que tomamos se fundamentan en diferentes aspectos que sirven de argumentos, por ejemplo: emociones, creencias sociales y culturales, razones a favor o en contra para ejecutar un acto, valores que transmitimos con una acción, etcétera.
La importancia de estos argumentos radica en que por ellos se plasman acciones que definen lo que somos y lo que construimos con otros, pero no necesariamente lo que nos gustaría ser y lograr. Por ejemplo, podríamos tener el deseo de realizar algún tipo de actividad física que genere bienestar, pero si conocemos las razones a favor o en contra de realizar dicha actividad, será más fácil concretar dicho proyecto y más eficaz nuestra decisión de tener un envejecimiento activo y saludable.
Mostrando con esto que las decisiones que se sostienen en argumentos con razones a favor pueden ser más sólidas, consistentes y eficaces que un gusto, un deseo o una emoción.
La misma autora, nos plantea un dilema para la reflexión sobre una modalidad típica de relación que se puede dar en la vejez. Poniendo en evidencia los diferentes argumentos a los que se suele apelar para implementar una modalidad de relación. Pretende enseñarnos a reflexionar y tomar decisiones inteligentes, que se sustenten en argumentos sólidos, a partir de tres aspectos: las emociones, las razones, los valores.
En el dilema que citamos: “dos familiares visitan durante la semana, de igual forma a su abuela que vive sola y está enferma. Le ofrecen compañía y contención. En tanto que uno de los nietos, Benito, adora a su abuela y su única intención con sus visitas es “alegrarle la vida”. En cambio Blanca también le hace compañía durante toda la tarde, pero su única preocupación es que abuela la declare su principal heredera. Benito sabe también que su visita puede ejercer alguna influencia a la hora de hacer el testamento, pero éste factor no incide en la actitud hacía su abuela. Por lo tanto Benito y Blanca se comportan de la misma forma, brindan compañía y contención, pero sus motivaciones son distintas.
Pero la pregunta importante es ¿cuál de las dos acciones es un acto correcto y cuál es incorrecto?
La autora plantea que el dilema tiene por objeto aprender a desafiar nuestro sentido común: vista así la historia está claro, que las motivaciones de Benito son loables, en tanto que las de Blanca no lo son. Pero la utilidad del dilema no está en evaluar y juzgar el valor moral de las motivaciones de ambos.
Lo Moral consiste en juzgar qué está bien o qué está mal, según lo que se espera que se haga en ese contexto social. Por lo cual, lo Moral involucra las creencias de un grupo social y pueden variar respecto de otros grupos, personas y culturas.
La verdadera utilidad de plantear esta situación es analizarlo como un dilema ético para poder reflexionar acerca de las razones a favor y en contra que ambos protagonistas poseen para decidir si el acto, en sí, es correcto o incorrecto.
Porque cuando aprendemos a reflexionar sobre las razones de las acciones que ejecutamos y los argumentos que utilizamos para decidir hacer eso y no otra cosa, ampliamos la perspectiva de las acciones. Esto significa, analizar las razones, los medios y las consecuencias, que sostienen dicho acto sin necesidad de juzgar, ya que la corrección o incorreción de ese acto está en determinar las razones a favor y en contra de llevarlo a cabo y los valores que son transmitidos con dichas razones.
La ética, no juzga, reflexiona sobre las acciones y los argumentos que utilizamos para fundamentar que es lo correcto e incorrecto de la acción, en nuestro caso de ayudar y brindar protección, para decidir mejor sobre aquello que resulta más conveniente y efectivo para todos y no sólo para quién acude al engaño por su propio interés.
Considerando esto, para los protagonistas del dilema, las razones a favor del acto de brindar compañía y protección, los llevaría al mismo fin: ambos obtendrían el mismo beneficio económico, independientemente de las diferentes motivaciones. La autora concluye que ambas conductas son incorrectas porque obtienen el mismo fin y desconocen la necesidad de la persona mayor como bien superior. Además las motivaciones son contrarias a los valores de justicia y caridad.
Desde lo gerontológico, esta forma de beneficio que supone un chantaje es una forma de abuso económico y psicológico, y es contrario al derecho humano de proteger la vida, brindar cuidados, protección y afecto, independientemente de la condición de la persona… ya que estos derechos están tutelados y protegidos por ley.
EN la ley argentina 27.360, sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, en el Art. 9, se reconocen estas situaciones, “distintos tipos de abuso, el financiero y patrimonial, el maltrato físico, sexual, psicológico, la explotación…y toda forma de abandono o negligencia que tenga lugar dentro o fuera del ámbito familiar”…pero la realidad es que no reconoce los mecanismos por los cuales se puede plasmar estas formas de violencia que pretendemos describir y que se conoce como “chantaje emocional y/o afectivo”.
¿Qué es chantaje emocional y afectivo?
Seguimos a Clotilde Sarrió, que define el chantaje emocional y afectivo como una forma de manipulación y engaño muy poderosa, por el cual una persona cercana puede amenazar, directa o indirectamente con alguna forma de castigo para que se ejecute determinado acto o comportamiento que beneficie su propio interés.
Es chantajista se aprovecha del conocimiento que posee de las necesidades y debilidades de su víctima para generar dependencia, culpa, incomodidad y provocar miedo hasta alcanzar su objetivo de dominar al otro, enmascarando su accionar.
El chantaje afectivo no es una situación propia de las parejas, también encontramos otras situaciones en las cuales el chantaje afectivo se implementa como una forma negativa de relación. Por ejemplo, ante la carencia de apoyo social en la vejez se puede propiciar la implementación de esta forma negativa de afecto. También se puede instalar y consolidar a partir del miedo al abandono en la vejez, que algunos antropólogas como Dueñas Ramírez y Cáceres Salas, han definido como miedo a una “muerte simbólica”, o “una muerte en vida”. Además, no podemos desconocer que algunas personas pueden asumir esta forma inmadura de afectividad y búsqueda reconocimiento para controlar a las personas de su entorno.
Sarrio, amplía su perspectiva, diciendo que las personas que han sido víctimas del chantaje emocional desde edades tempranas, o los individuos que han sido “mimados” y «sobreprotegidos”, son más propensos a adoptar una personalidad manipulativa. Estos últimos poseen una baja tolerancia a la frustración y, además, se han acostumbrado a tener todo lo que quieren. Afectando de adultos a sus relaciones interpersonales de manera considerable.
El aparente amor y necesidad de aprobación pueden convertirse en dos poderosas herramientas de dominio sobre otras personas, el chantaje es posible porque se apela con gran habilidad a enmascarar la presión con las que ejercen con su dominio. Tanto que la víctima puede llegar a cuestionarse sobre su propia percepción de la realidad y defender a su opresor. Eximiendo al victimario de sus actos incorrectos, erosionando con la culpa la autoestima del chantajeado.
Esto es posible porque el acto de brindar afecto esta disfrazado con argumentos y razones aparentes de beneficios de protección y seguridad, pero en realidad el chantaje emocional es una forma en que el victimario tiene de esconder su propio dolor e inseguridad y obtener su propio beneficio.
Las personas que toman la decisión de apelar al chantaje para brindar una forma negativa e incorrecta de afecto lo hacen con argumentos de inmadurez emocional y desconocen las razones positivas del bienestar.
Algunos de las estrategias a los que suele apelar:
El Autocastigo
El chantajista se encarga de construir y enmascarar con argumentos erróneos la necesidad de autocastigarse aceptando una relación de opresión, sin visualizar otra alternativa, la víctima es la encargada de su propio control y castigo. El chantajeado se sienta culpable y no puede cuestionar los argumentos erróneos sobre los que se basa la relación porque se le hace creer que es responsable de su propio mal.
EL castigo
La persona que chantajea usa frases con argumentos amenazantes y que atentan contra su dignidad para condicionar la relación creando patrones de conducta a los que su víctima debe seguir atada.
El silencio
El chantajista emocional crea un ambiente negativo donde el silencio se convierte en su principal arma de castigo, genera el enojo que se traduce en silencio y control de la situación. El silencio es una forma de manifestar el castigo a través de la negación del afecto.
La victimización
El chantajista es un experto en hacer responsable a otros de potenciales riesgos o falsos daños que inventa para someter y trasladar su propia inseguridad a su víctima.
Las promesas
Los que se convierten en chantajistas son expertos en hacer promesas que nunca se cumplirán, sobre todo si incluye una responsabilidad con su propio cambio.
La culpa
Es una de las estrategias más utilizadas para el maltrato psicológico donde el chantajista se ocupa de depositar en otros todo sus aspectos negativos y las consecuencias negativas de la relación.
Cómo protegerse del chantaje emocional
No es fácil reconocer que una persona esté siendo chantajeada afectivamente y mucho menos reconocerse como una persona que utiliza estos mecanismos afectivos negativos para obtener sus propios intereses y dominio.
El costo de enfrentar estas situaciones implica asumir con tolerancia las frustraciones de las pérdidas y la generación de alternativas afectivas, de todos modos quién está en una situación como esta, ya se encuentra preso de una “muerte en vida” por miedo al abandono y el fracaso. Sólo se trata de decidir qué tipo de razones a favor puedes tener para salir de esto y construir un propio proyecto de vida con autonomía hacia el futuro.
¿Cómo salir de esto?
Las principales pistas para empezar a salir de este tipo de relaciones es:
- Comenzar a transparentar con la palabra los argumentos erróneos que posee la modalidad de relación que está creando dependencia, las razones que juegan a favor y en contra, los beneficios, las consecuencias negativas y las decisiones que la sostienen.
- Valorar la situación con serenidad y firmeza para poder tomar decisiones nuevas y alternativas que involucren la autonomía e independencia de las personas.
- Comenzar a buscar nuevos mecanismos generadores de una afectividad positiva. Donde se puede curar con inteligencia emocional y social las heridas y frustraciones de la relación de sometimiento vivida.
- Elegir buscar el bienestar y la ayuda profesional necesaria.
- Elegir vivir con bienestar y disfrute la vejez, con intereses y objetivos reales y posibles de alcanzar de acuerdo a las propias posibilidades.
Aprender que la afectividad positiva es una fuente inagotable de bienestar y puede ser parte de un nuevo proyecto vital. De eso hablaremos, pero en una nueva nota.
Fuente
COHEN AGREST, D. Inteligencia para la vida cotidiana (2006). Editorial Sudamericana. Argentina.
DUEÑAS RAMIREZ-CACERES SALAS. Documento: “El espectro de la exclusión: la muerte simbólica en el envejecimiento”. Presentación Pontificia Universidad Javeriana. Área Antropología del Miedo.
GARCIA ALLEN, J. El chantaje emocional, una poderosa arma de manipulación. Web Psicología y Mente.
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