Nos proponemos en esta nota hablar de inclusión digital. El tema es reconocido en Argentina por políticas de Estado como “Conectar Igualdad” o «Más Simple», dichos programas siempre fueron necesarios, pero sin la continuidad y la universalidad esperada, más aún en el contexto del aislamiento social preventivo.
Para Sebastián Benítez Larghi, investigador del CONICET, con una larga trayectoria en el estudio de la apropiación de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), «hoy nadie pondría en discusión la necesidad de las clases virtuales, pero no siempre fue así y muchos sectores de la sociedad pusieron en discusión que el Estado se ocupará de esto».
De la misma forma que no se han ocupado de problematizar la necesidad de que las personas mayores se incluyan en circuitos de aprendizaje permanentes con tecnologías que pueden mejorar su calidad de vida, como un derecho humano emergente de inclusión y participación social que hay que apropiarse.
Tenemos que empezar a preguntar quién o quiénes pueden determinar el acceso a este derecho? Qué componentes incluye este derecho?.
El hecho de que la pandemia nos haya puesto de frente a una necesidad de adecuación pedagógica para continuidad de la enseñanza por medio de la tecnología, también nos puso de cara a la cuestión de considerar quiénes están y no incluidos digitalmente. Dejando visibilizada una vez más las necesidades de los mayores.
Un ejemplo de esto es la falta de acceso a sistemas prestacionales de salud a distancia o el acceso al sistema de consumo y financiero en forma virtual; que desencadenó que miles de personas mayores sin inclusión tecnológica debieron soportar largas esperas en bancos, en medio de una crisis sanitaria con riesgo de muerte, para acceder al cobro de jubilaciones y pensiones.
Componentes de la inclusión digital
Al respecto resulta necesario poner en claro qué componentes pueden considerarse en el derecho a la inclusión digital:
- Acceso a conectividad de internet de calidad con WiFi o datos.
- La disponibilidad, de al menos un dispositivo tecnológico en el hogar.
- Contar con guías de apoyo por escrito.
- Haber accedido, o contar con apoyo de alfabetización digital.
- Definir objetivos acotados y concretos.
- Dar tiempos a los procesos de aprendizaje de acuerdo a las posibilidades de cada persona.
- Entornos de pantallas digitales de aprendizaje accesibles para todos.
- Servicios digitales con lenguaje y conceptos de fácil comprensión.
Para Benítez Larghi, también implica reconocer que el mercado no puede por sí sólo regular el acceso a la tecnología digital postulando que una baja en los precios garantiza un acceso masivo a los dispositivos electrónicos.
En el mercado los prejuicios y viejísmos que otorgan un carácter obsoleto a las personas mayores parecería una acción innecesaria la inclusión digital desde el Estado a las personas de edad o para quien busque la educación permanente. Ocultando las potencialidad económica y ciudadana de más de siete millones de personas mayores, sólo en Argentina.
Efectos de la pandemia en la inclusión digital
La crisis por la pandemia y el confinamiento sacó a la luz, entre otras cosas, la ausencia de al menos un dispositivo electrónico digital en el ámbito de las unidades domésticas con conectividad a internet de calidad, incluidos los docentes y las personas mayores.
“Entonces, ahí donde falta, también se ve la herencia positiva de los programas como Conectar Igualdad que permitió el ingreso de los dispositivos a los hogares, en tanto que consideró como necesario el acceso a las máquinas y la conectividad como parte esencial de derecho a una educación de calidad”, explica Nicolás Welschinger Lascano, investigador del CONICET en el IdIHCS.
Los especialistas hoy recomiendan, con pruebas legítimas, la necesidad de dejar entrar la tecnología en núcleo familiar para lograr la inclusión digital con sus guías correspondientes. Porque es donde cumple su cometido, la resolución de problemas y el abordaje de necesidades concretas a corto plazo, de forma integral, para que sea verdadera inclusión.
La principal reflexión que tenemos que hacer como sociedad según los investigadores tiene que ver con la apropiación de las tecnologías, un hecho que “no es de un día para el otro, sino que consiste en un proceso continuo que incluye las trayectorias personales y familiares de cada uno en relación con sus usos”, según describen. Que incluya la etapa de la vejez como parte de los trayectos vitales.
Tecnología y ámbito doméstico
El ámbito de las familias es un espacio virtuoso donde se dan una serie de intercambios domésticos y generacionales que resultan en aprendizajes amplios y colaborativos para la inclusión digital.
“Todas las prácticas y recorridos que allí ocurren colaboran a hacer posible hoy esta continuidad pedagógica a través de la virtualidad; una virtualidad que además se extiende mucho más allá de las tareas escolares, y abarca hacer compras, trámites online y especialmente, socializar”. Esencial para las personas mayores.
En el mismo sentido Welschinger refuerza: “La pandemia está interpelando de modo inédito a la educación. La rapidez con que se actuó y la capacidad de los docentes para hacer uso de las plataformas se debe mucho a que hace diez años se impulsaron políticas innovadoras que pensaban la digitalización como una cuestión educativa”; pero que ahora también son un derecho de autorrealización en la vejez.
Nativos o inmigrantes digitales: una falsa dicotomía
Hoy los especialistas echan por tierra la falsa dicotomía de la metáfora de los nativos digitales, es decir los que nacieron en un contexto de TICS y las manejan con naturalidad, versus los inmigrantes, que serían los de generaciones anteriores, como si mantuvieran diferencias irreversibles.
La verdad es que las generaciones contemporáneas manejan sólo aquellas funciones o competencias que le son de interés y no necesariamente incluyentes. Como aplicaciones, Videojuegos y redes sociales. Pero los docentes y personas de otras generaciones conocen de programas de textos y datos, y el juicio crítico para administrar información y tomar decisiones.
Conclusión
La pandemia puso en evidencia la necesidad de crear y trazar puentes intergeneracionales, pero también una etapa en la que todos necesitamos adecuarnos a las tecnologías emergentes para resolver problemas y conectarnos desde una afectividad mediada.
Algunos se introdujeron en las aplicaciones de mensajería, otros en salas de chat y videollamadas, otros con las pizarras y aulas virtuales, otros en pagos en línea, otros en observar los rostros y sonrisas de sus afectos.
Pero, nos faltan las acciones del Estado y el sistema que incluyan digitalmente a aquellos que no poseen algunos de los componentes definidos como necesarios.
Porque el objetivo de la inclusión tecnológica, no es solo tener un dispositivo y conexión a internet, también es contar con alfabetización digital, material de guía y apoyo para la memoria. Y un entorno afectuoso y amigable que nos motive seguir aprendiendo todo aquello que nos haga sentir autorrealizados.
Fuente y lectura de referencia
Inclusión digital: bases para una continuidad pedagógica a distancia de emergencia. Sebastian Benítez Larghi. Nicolas Welschisnger Lescano. Investigadores de Conicet Argentina. Por Mercedes Benialgo.
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