Si buscamos proponer soluciones específicas al tema de la violencia contra el adulto mayor, el trabajo de la Fundación ATYME está alertando «que las transformaciones sociales actuales demandan un nuevo marco de valores que reconozca que las personas mayores son activas y ciudadanos conscientes de sus derechos».
Adultos mayores protagonistas de sus cambios que pueden continuar aportando a la sociedad, independientemente de su edad.
Los expertos en mediación de esta organización sostienen, y seguramente la mayoría compartirá, que las relaciones familiares han cambiado.
Y por lo tanto se necesitan fórmulas distintas para elaborar esta nueva realidad y sobre todo nuevas formas de resolver los conflictos que afectan a las personas mayores en el marco de sus familias.
Fórmulas que dirijan la atención hacia un nuevo modelo de relaciones basado en el respeto a la diversidad, a la autodeterminación de las personas, a una valoración de los mayores diferente al antiguo concepto de utilidad social, que asocia la vejez con ausencia de valía.
Por eso, el concepto de VALOR es el término que más debe ser interpelado al pensar la vejez, ya que cuando sólo lo usa como valor de mercado, puede tener un efecto de despojo de la dignidad.
Podríamos preguntarnos ¿qué valor tienen las decisiones compartidas en la vejez? o ¿qué valor y lugar le damos a las personas mayores al momento de resolver un conflicto familiar en el que hay que brindar cuidados?
Para los expertos los programas de «Mediación» constituyen una fórmula alternativa para que las familias resuelvan sus desacuerdos y los mayores puedan seguir decidiendo sobre su propia vida.
Desde esta perspectiva dar valor significa empoderar a las personas de mayores para ser parte de las decisiones en cuestiones que lo involucran como sujeto de derecho.
Mediación y Adultos Mayores
«Mi madre está bien pero con la edad que tiene, ¿cómo la vamos a dejar vivir sola?. Mis padres están mayores, ya es hora que pongan a nuestro nombre sus bienes». ¿Cómo es posible que nuestro padre haya ido sólo a su consulta médica sin pedirnos que lo acompañemos?. «Mis hermanos son unos egoístas, no hay derecho que sea yo sola que se ocupe de nuestra madre». ¿Cómo es posible que no puede realizar el viaje que tanto he esperado sola? Mí hija cree que no puedo valerme por mí misma sólo porque me considera mayor».
Si te sientes identificado con algunas de estas expresiones, entonces quizás debas conocer más sobre el valor de la Mediación como recurso para manejar y transformar aquellos acontecimientos conflictivos de las relaciones familiares que anulan el margen de libertad de la persona mayor, sobre todo si asumimos que esto significa quitarle poder: «Reducir su valor».
¿Qué es la mediación?
«La mediación es la intervención de un profesional o equipo mediador que ayuda a conseguir acuerdos para que las situaciones conflictivas familiares se aborden de forma pacífica y los miembros de la propia familia y la extensa puedan seguir manteniendo la relación entre ellos, favoreciendo las propias decisiones y el acuerdo conjunto entre los diversos familiares».
Algunos de los objetivos de la Mediación
- Fomentar que los mayores sean protagonistas y responsables de sus cambios.
- Respetar la opinión y autonomía para decidir de la persona mayor.
- Promover las decisiones conjuntas para favorecer el vínculo familiar.
- Favorecer la independencia de la persona mayor sosteniendo y potenciando las capacidades personales.
- Reconocer los declives físicos y psicológicos.
- Reconocer las emociones de los mayores.
- Reconocer la necesidad de un trato diferenciado como mayor, evitando la sobre-protección y el «viejismo».
Pueden acudir las familias que presenten discrepancias a la hora de abordar situaciones donde el conflicto está en esas diferentes maneras de entender la situación, tales como:
- Discrepancias en cómo contribuir al cuidado de los padres o un familiar.
- Desacuerdo a la hora de respetar la decisión de los padres.
- Desacuerdo entre familiares adultos.
¿Qué tiene en cuenta la mediación?
La empatía
Comprender al otro casi tanto como a nosotros mismos, ver el mundo con los ojos del otro, escuchar al otro con imparcialidad, comprendiendo lo que es importante para él.
Comprender las emociones del otro sin hacerlas suyas, conocer qué hay bajo de esas emociones y saber responder al otro de manera que se sienta escuchado y comprendido.
En una situación familiar en la que cada uno percibe lo ocurrido de manera distinta, la dificultad de comprender el punto de vista del otro hace que se produzca conflictos de comunicación, abriéndose una pequeña brecha en la relación, que, si se repite en varias ocasiones, puede conducir a un problema grave de comunicación.
Las partes ya no se escuchan y cada uno trata de repetir su versión, entendiendo que, si la interpretación de uno es la correcta, la del otro no, sólo es posible que una sea la correcta.
Cada uno piensa que el otro tendría que comprender su punto de vista y cuando es el otro el que intenta convencer, lo vive como un ataque del que tiene que defenderse. La desconfianza aparece y se experimenta un fuerte temor que desencadena la continua necesidad de protegerse.
En estas circunstancias no es extraño que la comunicación sea inadecuada, no se entienda a los otros y resulte complicado conseguir acuerdos, dando lugar a que el conflicto crezca en intensidad y extensión, conduciendo al grupo familiar a centrarse en el pasado, lo negativo, y lo imposible.
Cuando el conflicto se mantiene mucho tiempo, se produce un incremento emocional que suele producir situaciones estresantes que repercuten en el seno familiar y ocasionan grandes brechas en las relaciones de los miembros de la familia.
Las emociones que sentimos tienen mucho que ver con la manera que tenemos de hablarnos a nosotros mismos, con los pensamientos e imágenes que pasan por nuestra cabeza, por eso, ante una misma situación, las personas podemos pensar y sentir de forma distinta.
¿Cuáles pueden ser los resultados que se pueden alcanzar?
Mejora:
- La participación de todos los miembros del núcleo familiar en el proceso de negociación.
- La responsabilidad de los mayores en su autocuidado.
- La relación continuada con los miembros de la familia.
- La autoestima de padres e hijos.
Reduce:
- Los sentimientos negativos.
- El enfrentamiento.
- La duración del conflicto.
- La posibilidad de acudir a un procedimiento judicial contencioso perjudicial para todos.
¿Dónde encontrar un equipo mediador o mediador idóneo?
- En el colegio de profesionales de servicio social de tú ciudad. (En Córdoba, calle Jujuy 330. Teléfono 0351-4226771)
- En el colegio de profesionales de psicología. (En Córdoba, Ovidio Lagos 163).
- En el colegio o asociación de abogados. (En Córdoba, Duarte Quiróz 571. Teléfono 0351-4220448).
- En las oficinas de orientación ciudadana de tribunales de justicia. (En Córdoba, Tribunales I. Bolívar 260 Centro. Lun. a Vie. 8hs a 18hs. 0351-4481053 /4481054)
- Centro Judicial de Mediación Córdoba. Calle 27 de Abril 172 2°piso. Lun. a Vie. 8hs a 20hs.
- En asociaciones o fundaciones de la sociedad civil que tienen por misión la mediación.
Conclusión
La mediación es un recurso alternativo de resolución de conflictos para el adulto mayor que lo empodera y da valor a su posición ante la sociedad.
El rol del mediador puede ser, preferentemente un trabajador Social, Psicólogo o abogado con formación gerontológica con formación en mediación y derechos de personas mayores o familiar.
Pero también, todos podemos aprender e incorporar habilidades de mediación; que asuma el «tercer lugar» en un conflicto de intereses y sobre todo que tenga por habilidad una modalidad de comunicación asertiva.
Referencias:
Fundación ATYME atención y mediación para el cambio. https://www.atymediacion.es/es/mediacion/adultos_mayores