Recuerdo que María Juana llegó muy entusiasta a la entrevista del centro cultural ya que la habilitaría para retomar las clases de teatro después de muchos años luego de educar a sus tres hijas y compartir la vida con su esposo.
Durante la misma estuvo llena de emociones porque recordaba con precisión su última experiencia teatral, recordaba los rostros de los espectadores, las luces, la sala colmada de amigos, pero por más esfuerzo que hizo no lograba recordar el nombre de sus compañeras de elenco y por eso se llenó de dudas y … culpa.
Es que hay algunos olvidos que se viven diferentes en determinados momentos de la vida y suelen asociarse injustamente a enfermedad y culpa. Pero no todo puede explicarse desde la enfermedad, aunque la sociedad se empeñe en dar explicaciones parciales, inocentemente.
La Memoria, los Recuerdos y lo Cognitivo
Por suerte las neurociencias han venido para dar un marco de comprensión más amplio a los procesos y mecanismos que antes desconocíamos sobre la la memoria, los recuerdos y lo cognitivo.
Por ejemplo que no todos los recuerdos son permanentes. El cerebro los potencia o los desecha en función de la importancia que tengan para nuestra supervivencia en el día a día.
Él cerebro es el encargado de valorar qué datos podrán sernos de utilidad en el futuro y hacer espacio para las novedades y el aprendizaje. Según Sandra Jurado, neurocientífica por la universidad de Alicante, hoy es posible explicar el proceso a través de una característica fundamental de este órgano: su plasticidad.
Ella dice que el cerebro nunca descansa. Recibe información de manera ininterrumpida para crear las conexiones necesarias a las que recurrimos cuando recordamos algo. «Refuerza y elimina, construye y destruye: así se conforma nuestra memoria”.
Pero las conexiones necesitan espacio y este órgano no crece ilimitadamente. “Nuestro cráneo es la frontera del cerebro e impide que crezca sin límites en tamaño, volumen o peso según aprendemos.
Para esta neurocientífica el cerebro es la frontera del conocimiento. Entenderlo nos proporcionaría las claves para entender muchísimas de las cosas que están mal en nuestra sociedad.
Comprender cómo funciona, cómo tomar decisiones, porque hacemos lo que hacemos o dejamos de hacer o aprender. Es indudable que es un campo de conocimiento nuevo y hacer accesible sus términos y procesos puede resultar todo un desafío, pero bien puede valer el esfuerzo.
Uno de los grandes interrogantes es cómo se forman nuestros recuerdos?
Ella dice que de momento, solo disponemos de algunas hipótesis. Que afirman que en nuestro cerebro hay mecanismos que nos permiten ser flexibles, formar nuevas conexiones entre neuronas e incluso eliminarlas.
Su formación y refuerzo permite que podamos construir recuerdos cada vez más fácilmente. Esto sucede mediante mecanismos que potencian la amplitud y la fuerza de las sinapsis, o con la creación de nuevas conexiones.
En cambio, el olvido está relacionado con su eliminación. Cuanto menos utilicemos una conexión, más posibilidades hay de que esta desaparezca.
A lo largo del día nuestro cerebro recibe una cantidad enorme de información, ¿cómo selecciona aquello que es importante y desecha lo que no lo es?
Nuestro cerebro es una máquina de filtrar increíble. De hecho, desde muy pequeños ya decidimos qué tipo de información nos es relevante y de cuál podemos prescindir de manera automática.
Pero una de sus mayores afirmaciones es que “el cerebro se centra en señales como ruidos estresantes u otros factores importantes para nuestra supervivencia”.
En este sentido, cuando nos ubicamos cara a cara con alguna persona, el cerebro se centrará en tres puntos principalmente –ojos, nariz y boca–, el resto no importa. O si entramos a un lugar nuevo pondrá especial atención en un sonido o ruido y no en el contexto donde esté se produce. Cómo el cerebro selecciona un tipo de información y no otro es también un campo abierto, y no puede vincularse necesariamente con una perspectiva evolucionista de lo humano.
Los temas relacionados con la supervivencia o con estrés y ansiedad son a los que, sin duda, el cerebro a dado prioridad desde el principio, pero se ha demostrado también las influencias del contexto y la sociedad en las acciones y mecanismos cerebrales.
Qué es y qué supone la plasticidad cerebral
“Supone ser capaz de cambiar”… “Mediante la plasticidad cerebral somos capaces de modificar hábitos o conocimientos predeterminados y aprender cosas nuevas”.
El cerebro que poseemos, es el que hay que usar, así que este tiene que ser capaz de cambiar y, a través de cambios microscópicos, y mecanismos de codificación de lo que es importante, descartará lo que no usemos y será reemplazado por nuevas conexiones. De esta manera, podemos aprender hasta el final de nuestra vida.
Sin esta plasticidad y esta capacidad de selección de la información las neuronas serían incapaces de codificar las actividades y generar nuevos conocimientos.
Una aclaracion que encontramos es que no, existen distintas formas de plasticidad. La plasticidad cerebral es Estructural. Hoy, es algo físico, algo que podemos ver y comprobar.
Lo que conocemos como plasticidad sináptica, funciona en situaciones menos dramáticas. Una conexión puede romperse cuando hay algún tipo de traumatismo o de patología. Pero en el día a día, en una situación normal, se da una plasticidad en la que no se rompen las conexiones, pero funcionalmente, pueden haberse debilitado o potenciado.
Otro de los grandes interrogantes de interés es en qué momento de la vida el cerebro está más abierto al cambio?
Algunos estudios refieren que cuando somos pequeños estamos más abiertos al cambio. Donde la formación de las conexiones en el cerebro humano continúa después del nacimiento. Es una etapa en la que recogemos la mayor parte de la información que luego nos va a servir para nuestra supervivencia en la vida.
Los tres primeros años son críticos para obtener esta información, y es cuando se forma la fundación de toda la percepción sensorial, pero no son los únicos.
También, puede darse a lo largo de toda la vida si mantenemos una disciplina de aprendizaje y de exposición a cosas nuevas, continuamos aprendiendo, pero no al mismo nivel que en esos momentos, cuando nuestro cerebro está formándose.
Con el auge de las perspectivas cognitivas y gerontológicas han surgido interrogantes en torno a sí podemos entrenar nuestro cerebro para que mantenga esta característica?
La investigadora refiere que según las últimas hipótesis, sí es posible y beneficioso el entrenamiento y se están implementando el uso de nuevas tecnologías con apps de memoria para aparatos móviles.
Hay muchas compañías que están apostando por este concepto, sobre todo para personas mayores. Se trata de realizar tareas sencillas y establecer conexiones entre distintos objetos con la idea de entrenar el cerebro y no perder su plasticidad.
Aunque reconoce que aún no se dispone de un seguimiento completo para poder comprobar si utilizar este tipo de juegos tiene algún beneficio para el usuario, ya que son intentos que comenzaron recientemente, así que no ha habido tiempo de recopilar datos claros sobre este tipo de actividad.
Lo que sí se ha reconocido científicamente que si lees, si te mantienes activo y tienes interacción social, el cerebro se mantiene funcional durante más tiempo.
Se pueden generar nuevas neuronas
Para la autora existe una gran controversia sobre esto: es cierto que hay estudios muy sólidos sobre la capacidad de generar nuevas neuronas, pero en ratones. En estos animales no hay duda de que la respuesta es sí. En humanos, hay dos trabajos al respecto que se contradicen entre sí, los dos en revistas científicas muy importantes.
Uno de ellos –publicado en Nature– se basa en la observación del cerebro de niños y jóvenes de entre 3 y 20 años. De esta investigación surge que no se pudo comprobar que se generan nuevas neuronas. Y no es sólo una negativa en adultos, que es cierto que tienen menos plasticidad, sino en niños, donde se consideraba que sí podría ocurrir.
En otro artículo más reciente de Cell Stem Cell, se afirmó que las herramientas utilizadas en el primer estudio no eran lo suficientemente específicas. El equipo de investigadores afirmó haber sido testigo de la formación de nuevas neuronas, tanto en niños como en adultos. Por lo tanto hay mucho interés en nuevos estudios, y entre ellos nos interesa fundamentalmente con personas mayores.
Porque ahora mismo, es un tema de investigación que necesita ser resuelto y en el que hay puesto mucho esfuerzo, dinero e interés ya que podría redundar en beneficio de muchas personas.
Por ejemplo, el conocimiento nuevo que surja se podría emplear para intentar hacer algo como regenerar las neuronas en pacientes que han perdido la capacidad cognitiva o en personas enfermas o no enfermas de edad. Porque todos queremos vivir mucho, vivir bien y mantener nuestra memoria en las mejores condiciones posibles.
¿Con la plasticidad cerebral todos pueden recuperar la memoria?
En pacientes con enfermedades neurológicas la potenciación sináptica se encuentra completamente bloqueada.
Es como si el cerebro se hubiera quedado congelado en el pasado.
Gracias a la plasticidad y las conexiones más fuertes, recuerdan la información pasada que estas albergan. Lo nuevo –qué ha desayunado, dónde ha ido–, no puede codificarse, no encuentra un mecanismo para que se consolide en su memoria.
Las neuronas siguen ahí, no se han destruido, como en el caso de un ictus cerebral, pero no están funcionando.
Pero es posible que con los avances y desarrollo actual de la información hay un momento en el que cerebro se sobrecargue de información. Para Sandra Jurado esto es posible, y es una patología por supuesto. En la actualidad, más aún necesitamos mecanismos para eliminar muchos de los datos de los que hemos echado mano, pero que nos sirvieron únicamente en un momento muy puntual.
El sueño es muy importante para esto, tanto para consolidar, como para eliminar conocimientos e información. En el primer caso, lo que hace el cerebro es filtrar. Simplemente quitando lo innecesario se refuerza lo que sí necesitamos. Son dos procesos simultáneos.
La capacidad de “ver todo más claro” a la mañana siguiente es parte de la plasticidad y de la función cerebral. Ese agobio que todos sentimos por la noche puede estar relacionado con que hemos pasado muchas horas despiertos, recibiendo información.
El cerebro ha estado funcionando y ha producido muchos metabolitos –sustancias de residuo de su funcionamiento que están acumuladas– lo que hace que veamos la vida desde un punto de vista más catastrófico.
Esto puede resultar de especial interés ya que existen etapas vitales que menos dormimos o más acumulamos información, y podemos caer en una visión más pesimista y tóxica de la vida.
Sandra Jurado dice que por la noche ocurre que operan los limpiadores, las neuronas de glia o microglia, que ponen orden. Ellas hacen que el sistema diga: “esto es importante”, lo consolidó y elimino el resto.
Y agrega que no solamente mientras dormimos, existe otras instancias que no son tan importantes como el descanso, en los que la eliminación se produce a la par que la consolidación de nuevos aprendizajes. Esos son los dos procesos. El sueño es un momento ideal para ambas tareas. Nuestro cerebro no desconecta, sino que se mantiene trabajando constantemente para seguir aprendiendo. No desaproveches esta gran oportunidad!